Feria

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     Los antecedentes de la Feria de Hellín, y las fiestas que se celebran en honor a la Virgen del Rosario, se remontan en sus inicios, aunque sin la concesión de este privilegio, que llegaría mucho tiempo después, a los mercados que ya se celebraban desde la Edad Media, como un medio de intercambio de bienes (trueque) y posteriormente compra y venta de productos básicos de consumo y de herramientas y materiales de los oficios ancestrales. Se hacían alrededor de lo que ahora es la Plaza de Santa Ana, porque a partir de la Iglesia de la Asunción, a excepción de unas pocas casas, más abajo todo eran huertas y se desarrollaba exclusivamente la agricultura y diversos oficios antiguos. De hecho, la denominación de la Calle Rabal, viene de arrabal, el extrarradio, extramuros de lo que había sido el núcleo urbano alrededor del antiguo castillo almohade. Y por lo tanto allí había un amplio espacio donde se reunían los comerciantes, con la extensa cabaña ganadera de Hellín y su comarca y la manifestación de todo tipo de actividades agrícolas y oficios, la mayor parte de ellos desaparecidos en la actualidad. Las frutas de temporada, los más diversos productos que no podrían encontrarse sin la existencia de estos mercados, estaban a disposición de los hellineros y de todos aquellos que venían tanto a comprar como a vender de otros pueblos de alrededor.
     De ahí proviene uno de los oficios más curiosos de nuestra historia, el de las recoveras, las mujeres que conseguían productos de primera necesidad que intercambiaban por otros, consiguiendo un beneficio con este intercambio. Una de ellas, durante la posguerra, fue la popular Dolores Callejas, “La Orcica”, la gran tamborilera que es todo un símbolo de la mujer tamborilera hellinera, pues tocaba el tambor en una época en la que sólo lo hacían los hombres. Otra era conocida como “la Chata de la Manzana”, por la forma de su nariz, que la tenía muy achatada, como si fuera una manzana, y tenía entre sus mercancías huevos que se valoraban mucho, pues hasta tenía de “dos yemas”.
     “La cuerda”, donde se podían conseguir toda clase de animales para el desempeño de las labores agrícolas, utensilios para uso casero elaborados por herreros, caldereros, artesanos del esparto, entre otros muchos oficios, muchos de ellos ya desaparecidos, es la esencia de este encuentro periódico que generaba un intercambio comercial entre los hellineros y todas aquellos que venían con productos muy necesarios, pero que no se encontraban en nuestra ciudad.
     La raigambre de determinadas ciudades, su prestigio y crecimiento constante, como es el caso de la nuestra, hizo que con los años ese día de mercado semanal fuera una concesión propia de los sucesivos reyes de la corona española, los mismos que hacían visitan durante sus reinados para confirmar los privilegios otorgados por ellos mismos o por sus antepasados. Todo ello hasta 1880, cuando ya no era necesaria esta confirmación de privilegios, pues no hacía falta esa distinción especial de determinadas localidades para obtener privilegios que se concedían a todas en general.
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     El privilegio de mercado semanal, que fue establecido para el miércoles, como se hace en la actualidad, ya le había sido concedido a Hellín por los Reyes Católicos, así que el Concejo de Hellín solicitó a Fernando VI, para mayor distinción de la villa, que le fuera concedido el permiso para contar con una feria, lo que se solicitó en 1815, así como el reconocimiento de Hellín como ciudad.
     La concesión real de una feria de Hellín se haría realidad veinte años después, en 1835, durante el reinado de Fernando VII, una vez que la ciudad realizó el pago correspondiente que todo este proceso conllevó.
     Sería en 1898 cuando Hellín volvería a recibir un nuevo privilegio, esta vez el de título de ciudad, gracias a las gestiones realizadas por una de las figuras más destacadas de nuestra historia, como fue Tesifonte Gallego García. En agradecimiento se le concedió el nombre a la calle que ahora es conocida como de Tesifonte Gallego, y que era conocida en el pasado como calle de San Antonio, y como descubrí al encontrar el azulejo que doné al Museo Comarcal, en época más antigua todavía se llamaba Zerrillo.
     Las fechas establecidas por la corona para la feria de Hellín fueron del 14 al 18 de septiembre de cada año, concediéndose el derecho a aumentar, si fuera necesario, a siete días estas fechas, o reducirlas en dos o tres días, al tiempo que podían anularse en caso de fuerza mayor, como podía ser una catástrofe inesperada, una plaga, cualquier tipo de desastre que impidiera el normal desarrollo de esta celebración, por inclemencias meteorológicas o todo aquello que fuera imprevisible y generara grandes problemas para los ciudadanos. De hecho, durante una epidemia de tifus fue suprimida la feria.
     Estas fiestas se harían en honor a la Virgen del Rosario a partir de 1907, cuando se la nombra patrona Hellín.
     Hay que tener en cuenta que esta distinción tan especial de feria fue precedida de importantes proyectos que se emprendieron anteriormente, en el afán de modernizar a Hellín, y propiciar la mayor dignidad de vida para sus ciudadanos, lo que haría posible, sin duda, estas concesiones o privilegios en el futuro.
     Ya el 18 de enero de 1864 llegó el primer tren a Hellín, a las diez y media, como parte de la ruta Albacete-Hellín-Albacete, que se hizo a partir de entonces a diario. Las estaciones de las pedanías de Agramón, Minateda y Minas estaban en construcción en ese momento, así que no se podía ampliar el trayecto. Después también se construiría la estación de Calasparra, lo que ampliaría el recorrido hasta la ciudad de Murcia, tras la segunda inauguración del trayecto de Hellín a Cieza. Esto facilitó inmensamente el transporte de productos desde la huerta murciana, que era considerada “la huerta de España”.
     Pero Hellín se adelantó a la llegada del tren creando una infraestructura impensable en épocas anteriores, como fruto de un genio emprendedor colectivo, sin duda un proceso de los más importantes de nuestra historia, cambiando esta ciudad por completo, a nivel económico, social y cultural. Dos años antes, en 1862, se inauguró la Plaza de Toros de Hellín, una de las mejores del reino de Murcia, donde han conseguido destacables faenas los más grandes toreros de la historia, como Manolete y Arruza, entre muchos otros de todos los tiempos. Para ello se eligió como arquitecto a José María Prados López, que gozaba de un gran prestigio, haciéndola con piedra de mucha calidad. Aquí tuvo un protagonismo especial, por aportación popular, la clase liberal, los trabajadores más humildes. Como reacción a este proceso emprendedor, la clase conservadora, la que disponía de muchos más recursos económicos, entre la que se encontraban, tras crearse una comisión, personajes tan importantes como los Salazar, Guerrero, Morotes, Falcón, Rodríguez de Vera, entre otros, decidió construir un gran teatro, el Coliseo, cuyo emplazamiento en los inicios de su construcción estuvo en la mayor parte de lo que ahora es el Jardín Martínez Parras. Aunque no se sabe por qué fracasó este proyecto, pues nunca llegó a terminarse, era de lo más ambicioso. Se pretendía que tuviera pista de patinaje, que se representaran las más grandes obras teatrales y de ópera de la época. En suma, se pretendía que en esta fastuosa construcción se representaran todas las artes escénicas.
     Curiosa paradoja es que la gente humilde de Hellín hiciera posible la Plaza de Toros, que todavía permanece en pie, con absoluta solidez en su estructura, y con una historia a cuestas que no tiene que envidiar a las más importantes plazas de toros de nuestro país, y sin embargo, los que disponían del conjunto de la riqueza de esta ciudad y eran responsables de la industria y del conjunto de la economía, fracasara en su intento. Del Coliseo sólo nos queda el recuerdo a través de una antigua foto que se conserva en los archivos. Cuando se derribaron las ruinas de esta fallida construcción, en este solar se celebró la feria que hasta ese momento se hacía en la Plaza de la Iglesia.      Y esto se hizo hasta el 1948, pues a partir de ese momento se trasladó al recinto ferial del parque tal como la conocemos.
Gracias a los grandes caudales hellineros en aquellos años empieza a crearse en las Cercas de San Rafael, alrededor de la Loma la Charca, lo que podríamos considerar un polígono industrial alrededor del gran medio de transporte que era el tren. Se construyen fábricas para envasar en cajas de maderas los más diversos productos (tomates, manzanas, peras, uva, albaricoques, pimientos, arroz y muchos otros) y enviarlos a Murcia y Madrid. Se crean fundiciones de hierro, aserraderos, fábricas de cerámica, rústica y fina, de alpargatería, de esparto (crudo y picado), curtido de pieles, hilado de maromas para los buques de los grandes puertos, en lo que supuso uno de los períodos más fructíferos de nuestra historia.
     Pero siempre hay unos avances, la inquietud de determinadas personas, genios de la época, intelectuales con clara visión de futuro, que hacen posible cada proceso. Y hay que recordar que ya se hizo una gran presentación de los productos hellineros en Chicago, en la Exposición Universal, donde se expone una notable representación de las materias primas más importantes de nuestra tierra, como por ejemplo el azafrán, el azufre, el esparto, el aceite y el arroz. La mayor parte de estos productos recibieron premios y menciones específicas.
     Mucho después, en 1889, en la Exposición Universal de París, año el que se construyó la Torre Eiffel, se consigue una medalla de oro, de plata y menciones honoríficas, y nuestro paisano, el genial arquitecto Justo Millán, construye una plaza de toros en veintiocho días, elaborada solamente con hierro y madera. Tuvo tanto éxito que en Marruecos quisieron que se construyera una igual.
     Y hay también una notable participación de nuestra ciudad en 1929, en Montjuic, en la Exposición Universal de Barcelona, cuando se construye la primera fuente iluminada.
     En 1876 aparecieron los primeros periódicos de nuestra ciudad, como “La propaganda de Hellín”, dirigido por José María Martínez Carrasco y Vergel, escritor y abogado. En conjunto han existido unas cincuenta publicaciones de este tipo, lo que denota una increíble actividad intelectual, periodística y de movimiento social, que se ha unido a la inquietud de tantas personas, en las más variadas disciplinas, para hacer de Hellín la ciudad tal como ahora la conocemos.
     Incluso Justo Millán, el gran arquitecto hellinero, presentó un proyecto para hacer una inmensa construcción que fuera mercado, plaza y recinto para la feria, que ideó con la forma del rabo de la sartén, al estilo de lo que es el recinto ferial de Albacete, en los solares que había desde la calle Juan Martínez Parras hacia abajo. Pero faltaron los recursos económicos para llevarlo a cabo y nunca llegó a ver la luz.
     Como dato curioso, se hicieron prospecciones en la Rambla del Boquerón, donde encontraron un yacimiento de hierro, aunque no se explotó porque no era rentable.
     Destacaba por aquel entonces la riqueza forestal, con el esparto, el cáñamo y la madera, así como la cabaña ganadera, que era importantísima, y la diversidad de productos de la tierra, como el azafrán, muy valorado como “oro rojo”, que se enviaban grandes pedidos al Reino Unido, las canteras de piedra, el azufre, al contar con las minas más importantes de toda la geografía española, y el esparto, del que Hellín llegó a ser el más importante productor del mundo, generando una riqueza inmensa, especialmente en los años 40 y 50.
     La primera película que se hizo de Hellín y en la provincia de Albacete fue sobre el azafrán, que se proyectó en el Teatro Principal, situado donde ahora se encuentran las sedes de la Asociación de Cofradías y Hermandades y la Asociación de Peñas de Tamborileros, ambas representativas de nuestra Semana Santa.
     Pero antes del Teatro Principal estuvo allí el Teatro Ayala, y antes incluso la ermita de Santa Quiteria, donde se cuidaba a la gente más maltrecha y abandonada, los desahuciados de la vida, que no tenían recursos para que se les sanara o cuidara en ningún otro lugar.
     José Rodríguez de Vera Carcelén fue un destacado personaje que siempre impulsó toda clase de proyectos y ayudó a los más necesitados.
     Pero el proceso histórico que llevó al mercado de Hellín a convertirse en feria, se ampliaría en el futuro con la creación de las fiestas en honor de la Virgen del Rosario. Esto se produjo a partir de 1907, fecha en la que se la nombra patrona, siendo alcalde Justo Millán Espinosa.
     Es a partir de ese momento cuando la feria se une a las fiestas que se celebran en honor de nuestra patrona, la misma fecha en la que se construye el cementerio actual, del que fue arquitecto el propio Justo Millán.
     Este impulso a nuestra feria, como parte de todo un proceso de religiosidad constante en Hellín, está relacionado con los diversos cultos desarrollados a lo largo de la historia. Pues no en vano, allá por el 1700 se conocían en Hellín veinte ermitas.
 
HIMNOS

Himno Oficial de la Coronación de Ntra. Sra. del Rosario de Hellín
 
Madre mía del Rosario
Misterio de Redención,
quisiera mi corazón
ser brasa de tu incensario.
O sentir como florece
En un divino alborozo,
Misterio de Gloria y gozo
el rosal que no perece.
Claro
Faro
Asentado en la colina
que ilumina
y le ofrece dulce amparo
a quien hacia Ti camina.
Virgen que es Rica diadema
de un pueblo hincado a tus pies.
Pues me miras y me ves
nada puede haber que tema.
Cielo sobre humano todo.
Bajo tu clara mirada,
lo que me amenaza es nada;
lo que de Ti espero es todo
Alta
Torre
sombra que la sombra borre
de mi falta.
Remedio que me socorre
cuando la angustia me asalta.
Madre mía del Rosario, 
misterio de redención, 
hoy quiere mi corazón
seer brasa de tu incensario.
 
(Letra de Mariano Tomás)
 
Himno de Nra. Sra. del Rosario de Hellín
 
¡Bendita mi madre,
Virgen del Rosario!
Que a todos sus hijos
De gracias llenó.
Sus cuentas benditas
Son un relicario
Que encierra perfumes
De rosas de amor.
Dios te salve, Reina y Madre,
Flor fragante cual la rosa.
Desde el cielo amorosa
Mándanos tu bendición
Causa de nuestra alegría,
Vida y esperanza nuestra,
A estos tus devotos muestra
Que hijos tuyos siempre son.
¡Excelsa Patrona
Del pueblo querido
Donde hemos nacido
Y queremos morir!
Hellín que a tus plantas
Se extiende tranquilo
Su pecho encendido
Te canta hoy así:
Virgencica del Rosario
Desde el templo donde moras
A este pueblo que te adora
Con tu manto has de guardar,
Madre, madre de mi alma,
Que la torre, tu vigía,
Sea faro, estrella y guía
Que nos lleve hasta tu altar.
 
(Letra del Padre Rodríguez, S.J.)
 
Himno a Hellín
 
Alma enamorada, callejón del beso,
aroma divino de claro jardín.
canta sobre el aire ,de ternura preso,
las glorias eternas del pueblo de Hellín.
Tierra luminosa donde hemos nacido 
tus calles florecen en nuestro dolor,
luces, las del alba; paz, la del olvido;
la del río, cauces dorados de amor.
Quiero amarte siempre, ciudad altanera,
cruzando a diario tu viejo Rabal,
junto a esa graciosa mujer hellinera,
que enciende en el alma como un festival.
Mi madre es la dulce virgen del Rosario, 
mi casa refugio de su camarín;
al “plano” con flores de su Santuario,
le daré en mis hijos el mejor jazmín.
Mi madre es la dulce virgen del Rosario
Mi patria es España .Mi pueblo es Hellín.
Desde donde brillan tus espartizales
el romero puro y el pino doncel,
desde tus olivos , desde tus trigales,
vamos a la ermita de San Rafael.
Vamos al calvario con tu dolorosa
hecho ya el camino calle la luz,
mientras redoblando, hueste clamorosa,
rezan lo tambores al pie de la cruz.
Quiero amarte siempre, ciudad altanera,
cruzando a diario tu viejo Rabal,
junto a esa graciosa mujer hellinera,
que enciende en el alma como un festival.
Mi madre es la dulce virgen del Rosario, 
mi casa refugio de su camarín;
al “plano” con flores de su Santuario,
le daré en mis hijos el mejor jazmín.
Mi madre es la dulce virgen del Rosario
Mi patria es España .Mi pueblo es Hellín.